-¿Rubia quien? ¿tu madre?
-Je, je, je; - comenzó a decir el interpelador interpelado, señal inequívoca de sus oscuras intenciones. Porque, a ver, ¿quién puede llevar buenas intenciones cuando comienza una frase retorciendo y pervirtiendo así algo tan puro como la risa? Juzgándolo así, nuestra heroína se preparó para el subsiguiente combate reconcentrando su atávico poder de joven doncella de barrio dudoso.
Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura
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Aquí podéis sacarme los pellejos