viernes, 10 de mayo de 2013

CAPERUCITA A LUNARES 1

    Había una vez una niña (o algo cercano a ese concepto) que vivía con su madre en una humilde morada. Cuando salía, Dios sabe a qué, solía llevar una caperuza azul a lunares rojos y por eso todos en el barrio la llamaban Caperucita a Lunares. Una mañana su amante madre la llamó con dulzura a su lado:
    -Niñaaa, ven acá pa'cá.
    Saltando, brincando, correteando y destrozándose una rodilla contra una silla (la cosilla que la arcilla mancilla) llegó Caperucita a presencia de su madre.
Continuará.
Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura.

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