Resultaba que resultado de la intensa migración sesentiva del campo a la ciudad la abuela de Caperucita dejose llevar a aquellos lares, pero desencantada del cruento panorama urbano (y del guarro que la había dejado soltera y criando una niña a todas luces fea), dejó a su retoño (de lo más onomatopéyico el sustantivo) en las expertas manos de su prima Susi y marchó a vivir en solitaria comunión con la naturaleza a una idílica chabola situada en la orilla de la carretera nacional a las afueras de la urbe; lindando ya con el campo, eso sí.
Que la fortuna os aguarde tras la esquina oscura
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí podéis sacarme los pellejos